Sombra inmortal del
desengaño, llegaste con la perversa intención que esconde la cruel casualidad,
esperabas mi tropiezo final con la astucia que caracteriza tu maleficencia...
¿cuántas veces habré repasado las mismas líneas, evitando comprender lo que estaba
literalmente dicho? Has sido la culpable de una tortura infinita que rasgó mis
alas a tal punto de impedirme el vuelo. Sacrifiqué las noches de mi inocente
juventud rindiéndole culto al literato maldito que creaste en mi subconsciente.
Me elevaste al altar de la diosa más desdichada que las gélidas tierras de la
esencia de mi alma pudieran conocer. Cada lágrima fue más desgarradora que la
anterior, buscando las respuestas en tierras lejanas. Los gritos que ahogué
cada noche, de los cuales me volví asesina, clamando por justicia y descanso
fueron desoídos por mi propia razón. Jamás hube imaginado que la peor de mis
desdichas fuera provocada por mi propia mente. Cual enfermedad mental, asechaste
inagotablemente mis recuerdos, destruyendo todo lo que tuviera lógica.
¡Ahora sólo parezco
ser una demente más! Tantos años siendo prisionera de la tortura que yo misma
creé en mí. Tan cegada me tenía que cuando dijose un claro y rotundo NO, urdí
mil millones de maleficios para tergiversar las dos letras más claras que
hubiera conocido la humanidad, para transformarlas en un terrible laberinto de
torturas que me alejaran del descanso eterno.
Vergüenza debería sentir... ¡¡
lástima...!! Sí, probablemente es lástima ese gris destello de las miradas de
las personas que caminan a mí alrededor.
¿Cuántas lágrimas
hubiera mantenido dentro del manantial de mi pureza, si no hubiera permitido
reinar a la desolación? Definitivamente nada bueno queda en mí. Si no, hubiera
logrado ganar la batalla contra la desesperación de una mente que no supo
tolerar la negativa. Todo habría sido más fácil.
Sólo puedo agradecer a mi poco
inteligente corazón (a esa parte de los sentimientos que le atribuimos casi una
personificación) por haberle odiado tanto... por haber odiado tanto a ambos...
por guardar el rencor necesario para destruir su magnífica figura, lo
suficiente para haber acabado con la psicosis que yo misma había producido.
Cual maleficio... una simple muestra de esquizofrenia.
Tal parece que la
venganza ahora no tiene sentido.
Así parece...
Así parece...
¡Ay! ¡Sé que no debo
hacerlo! ¡No debo intentar leer entre líneas!
Siempre buscaré una excusa para perderme en el hediondo perfume de tu recuerdo. Maldito maleficio. ¡Maldito!
Siempre buscaré una excusa para perderme en el hediondo perfume de tu recuerdo. Maldito maleficio. ¡Maldito!
No puedo confiar en
mis sentidos, no puedo confiar en nadie que interprete las palabras de tus
labios finos... siempre me las arreglaré para no entender, siempre buscaré
sufrir a los pies de tu memorial.
Eres el ángel
dormido...
Soy la dama que vaga
en la oscuridad.
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